Américo Vargas Sánchez
Américo Vargas Sánchez nació en 1947 en La Paz, Bolivia; se trasladó a Valencia en 1965, por las complicadas circunstancias que vivía el país. Aunque a su padre le hubiera gustado que estudiara Derecho, él tenía vocación de médico por una enfermedad que padeció cuando era adolescente.
Una vez terminada la carrera de Medicina y establecido en Granada, en 1971 conoció a la que sería su mujer, María Corral Sola, en el Festival de Música y Danza.
A lo largo de su fecunda carrera como médico, Américo Vargas trabajó en diferentes poblaciones de Granada y fue testigo del gran cambio producido en la sanidad pública, al pasarse de la medicina rural aislada a la creación de centros de salud con dotación de equipos multidisciplinares. En 2001 fue nombrado colegiado honorífico por el Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos de España.
En 2009, ya de retirada y jubilado, apoyó un proyecto empresarial muy especial, al crear junto a su mujer, odontóloga de profesión, el Instituto Odontológico Integral Avanzado, donde trabajan sus hijos, para quienes Américo Vargas fue un ejemplo de trabajo constante, esfuerzo y superación. En palabras de Reynaldo, uno de sus hijos, «era una persona tranquila, paciente, calmada y respetuosa. Le gustaba escuchar y reflexionaba antes de tomar una decisión. Era muy equilibrado y una de sus máximas era «todo en su justa medida», por lo que huía de los excesos».
Aficionado a la lectura y a la música clásica, a Américo le gustaba pasar tiempo con su esposa y con el resto de su familia, viajando juntos por casi todo el mundo. Muy preocupado por la educación de sus hijos, trabajó duro para que los cinco tuvieran una carrera universitaria y, después, siguió dándoles confianza en su vida profesional.
«Mi querido esposo deja un legado empresarial y humano al servicio de los ciudadanos de Granada y Jaén. Fue un excelente médico, un buen amigo, una persona honesta, humilde, íntegra y de principios; pero, ante todo, padre. 48 años juntos y ahora en la distancia, más unidos que nunca, siempre estarás en nuestros pensamientos», concluye su esposa, María Corral.
